Glaucoma: una enfermedad silenciosa que podemos prevenir

Glaucoma: una enfermedad silenciosa que podemos prevenir

La Semana Mundial del Glaucoma, que se celebra hasta este domingo 13 de marzo, es un espacio dedicado a sensibilizar en torno a una afección que aparece y avanza de forma asintomática pero que puede prevenirse de forma sencilla.

Definida como una neuropatía óptica progresiva, el glaucoma es una enfermedad crónica que deteriora el nervio óptico, responsable de la transmisión de las imágenes sensoriales que recoge el ojo hacia la corteza occipital del cerebro, donde finalmente se ejecuta el acto de la visión. El Dr. Juan Carlos Vieira, oftalmólogo del Centro Médico Docente La Trinidad, explica que se trata de una patología asociada a una serie de factores de riesgo, entre ellos:

La edad: es más frecuente a partir de los 40 años.

La historia familiar: parientes consanguíneos cercanos diagnosticados con glaucoma aumentan el riesgo de sufrir la enfermedad.

Presión intraocular: mientras más elevado sea este valor, mayor es la probabilidad de glaucoma.

De acuerdo con el especialista, existen otros factores que, si bien tienen menos peso, deben considerarse,
entre ellos enfermedades sistémicas como la hipertensión arterial, la diabetes y la miopía, además de un predisponente racial: el glaucoma es mucho más frecuente y agresivo en personas afrodescendientes.

Explica que existen distintos tipos:

Glaucoma primario de ángulo abierto: es el más común y evoluciona lentamente.

Glaucoma primario de ángulo cerrado: es de aparición súbita a través de un cuadro clínico agudo que constituye una emergencia oftalmológica.

Glaucoma secundario: tanto el glaucoma de ángulo abierto como el de ángulo cerrado pueden ser secundarios cuando son originados por una causa conocida, como el uso prolongado de fármacos corticosteroides.

Glaucoma congénito: se diagnostica al nacer o durante el primer mes de vida y, por lo general, el pediatra o neonatólogo intervienen en su detección.

Prevención y detección precoz

El Dr. Vieira advierte que el glaucoma es una enfermedad silenciosa, prácticamente asintomática, lo cual impide al paciente advertir por sí mismo, de forma oportuna, que algo anda mal. “Cuando la persona acude a consulta porque ya existe alguna manifestación, que por lo general es que no ve bien, lamentablemente nos encontramos frente a una etapa avanzada que implica limitaciones o discapacidades visuales”, alerta.

Sólo existe una forma, sencilla y efectiva, de prevenir o detectar a tiempo el glaucoma: la visita anual al oftalmólogo. Toda persona, a partir de los 40 años, debe efectuarse un chequeo de rutina que incluya dos exploraciones esenciales: medición de presión intraocular y examen de fondo de ojo. De acuerdo con el especialista, es importante cumplir con ambas evaluaciones, ya que son complementarias de cara al diagnóstico: mientras una permite detectar niveles inadecuados de presión, la otra permite examinar el nervio óptico.

Tratamiento oportuno, pronóstico alentador.

El glaucoma tiene varios puntos en contra: el daño que produce es irreversible, es la segunda causa de ceguera en general (solo antecedida por la enfermedad de catarata) y actualmente afecta a alrededor de 60 millones de personas en todo el mundo. Sin embargo, cuando la detección es temprana, es mucho lo que se puede hacer a través de diversos tratamientos.

“No podemos restituir visión, pero podemos frenar el avance del daño. Está demostrado que disminuyendo la presión intraocular a niveles normales y adecuados, de forma individual para cada paciente, es posible tanto evitar la aparición de la enfermedad, como retardar o detener su progresión”, sostiene el Dr. Vieira.

El tratamiento, explica el oftalmólogo, puede consistir en medicamentos (gotas o colirio), terapia láser o procedimientos quirúrgicos. Sea cual fuere, tres factores cruciales determinan su efectividad: el diagnóstico oportuno, el cumplimiento de las indicaciones médicas y el control o seguimiento a través de consultas y exámenes periódicos.

glaucoma

Atención a los signos

El Dr. Vieira subraya que lo que define la presencia de la enfermedad es que exista daño al nervio óptico. Ciertas personas, que en un examen de rutina muestran una presión intraocular alta pero un nervio óptico sano, pueden estar en la etapa inicial de un glaucoma o simplemente sufrir de un cuadro clínico de hipertensión ocular. Si bien estas personas tienen más riesgo de desarrollar glaucoma y ameritan un seguimiento especial, pueden mantenerse el resto de sus vidas sin presentar la enfermedad.

Asimismo, existe una entidad denominada glaucoma de presión normal en la que la enfermedad se sospecha por alteraciones en el nervio óptico (visibles mediante el examen de fondo de ojo) y no por presión intraocular elevada. Quienes padecen esta condición, por lo general personas en edades mucho más avanzadas, nunca muestran presiones fuera del rango normal. Son casos menos frecuentes (de 7 a 10% de todos los glaucomas) y, dado que el daño es igualmente progresivo, ameritan también un tratamiento de control para alcanzar presiones aun más bajas.

Ambas circunstancias, destaca el especialista, evidencian la importancia de combinar los dos tipos de exploraciones oftalmológicas en todo chequeo de rutina.

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Caracas, marzo 2016

Lena Jahn Santorufo

CNP 21837

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